miércoles, 1 de mayo de 2013

Jabon del medio



Hace algunos días atrás Tin publicó en Cinco por Cuatro un post acerca de 5 cosas que uno hace de boludo. Tristemente, el punto cuatro le es ajeno y formar parte de una de mis vivencias mientras me bañaba. Dedicado a Sil, quien pidió que le explique. Ahí va:
Ese día yo estaba con algunas líneas de temperatura y, aburrido por pasar cuatro días tirado en la cama se me ocurrió ponerle un poco de onda a mi existencia. Más allá de que casi me caigo mientras que intentaba sacarme una media parado y me rompí los codos jugando a ser La Mole en el baño, había logrado meterme en la bañadera, abrir las canillas, cerrar la cortina y procurarme un baño para sentirme menos peor. Estaba equivocado, como siempre. Sin dudas el vapor, el calor y el encierro hicieron el daño suficiente como para convertirme en un tonto enfiebrado y con alucinaciones. Al menos más tonto y más alucinógeno que lo que suelo estar normalmente. No es que hubiera fumado algo, pero se ve que me hizo mal la mezcla satánica y, en el estado que estaba, me era dificil distinguir que si no quería morir de un golpe, iba a tener que secarme y volver a la cama antes de que lo peor ocurriera.
Ya enjabonado y con el piso convertido en una sucursal de la fiesta de la espuma, mi cerebro y yo pensamos que sería "Divertido" hacer el moonwalk en la ducha. Los dos primeros pasos fueron dados con gracia y agilidad, moviendo las manitos y los hombros, girando y agarrando el supuesto sombrero. Tal como lo ví hacer a Michael Jacksons antes de que sea tan tan blanco. El tema estuvo en el tercer paso, donde teniendo en cuenta que la tercera es la vencida, pisé el jabón y no me costó mucho perder el poco equilibrio que me quedaba. Los resultados no tardaron en hacerse esperar y en menos de un segundo estaba, caño de la cortina mediante, en el piso pidiendo piedad antes de morir. El aterrizaje forzozo comenzó con mis costillas vs el borde del lavamanos y las rodillas de lleno contra las cerámicas. Dolor y del bueno, sí. En un segundo ya había recobrado la consciencia y mientras luchaba por pararme, pensaba cosas como "Sos un tarado,  Maximiliano". Me recompuse y me juré a mí mismo jamás hablar del tema... lo único que puedo decirles es que no lo intenten en casa a menos que estén supervisados por un adulto responsable o por una hermana copada que antes de echarse a reir, se tome la molestia de ayudarnos a levantarnos del suelo.