miércoles, 1 de mayo de 2013

Ida y vuelta de Tortuguitas a Retiro por favor!

El calor, la humedad, el olor a culo, a chivo y la cumbia al palo proveniente de un celular modernoso, eran los protagonistas de ese viaje en tren con rumbo a Retiro. La enorme cantidad de personas, sus axilas al aire emanando aromas sumamente desagradables y los llantos de los bebés casi desnudos habían transformado mi buen humor en una suerte de ganas de matar. O de robar un auto, ya que me es imposible adquirir uno por vías legales.
A medida que las estaciones pasaban, los pendejos se cagaban, las madres gritaban a los pendejos, los pendejos les gritaban a las madres y mi tolerancia, esperádamente, descendía.
La estación de Los Polvorines había llegado y una dama jóven (para que despues no me digan que discrimino) se paró a nuestro lado. La dama comenzó a cantar a los gritos una parte de una canción del rosarino más idiota después de Rodrigo: Fito Paez. -No seas jodida. Si es feliz cantando a los gritos que lo haga, le dije a mi hermana luego de su primer chiste acerca del freak show. La dama cantaba mal, pero se la veía feliz y contenta. Escucharla no era precisamente una hemorragia de placer. Más bien era como estar escuchando a un coro de jóvenes ováricas pariendo un grito desgarrador dirigido por Ricky Maravilla y el acompañamiento vocal del cantante de los wachiturros.
Los chistes aumentaron en la medida que la dama se esmeraba en ahuyar y pese a mi postura inicial de no juzgarla ni reirme, todo eso había cambiado cuando me dí cuenta que repetía la misma estrofa de la canción. Mi hermana debió descender en Aristobulo del Valle para arribar a su trabajo. Nos despedimos, quedamos en ir a cenar juntos durante la semana y cuando me disponía a ponerme los auriculares y ser un autista, la vi. La muy maldita, tipico de mi hermana, se había ubicado en el anden, a la altura de la ventana que me separaba del mundo exterior. Miró a la dama y rapidamente sacó un encendedor de su cartera. Lo encendió y con su característica cara de póker comenzó a moverlo de lado a lado, como si fuera un recital de Sandro. El resto de los oportunos compañeros de viaje sonrió, la cantante bajó en la estación siguiente y la carcajada a mí me duró hasta esta mañana.
En esa misma estación, si es que mal no recuerdo, subió otro hombre. Digno de una lánguidez de conde drácula, con los ojos saltones tipo Enzo Francescoli y muy mal aliento se paró a unos metros de distancia. Abrió el libro escrito en francés que estaba entre sus manos y comenzó a leerlo en voz alta, con alegría y enfásis. Para que nadie quede sin escuchar un francés sumamente mal hablado, intercalado con inglés y algunos silbidos anunciados: "And there was also a little bird" fiúfiúfiú piópiópió. Esto es el cotolengo, pensé saliendo de Retiro.
Ya en la calle me puse un chupetin en la boca y segui mi rumbo. Subí al 7 con destino a Avenida Independencia y otra orda de locos sueltos hizo su gracia arriba y abajo del colectivo, pero me preocupa seguir escribiendo acerca de esas cosas.
Ahora no sé que creer. Cada vez veo más gente hablando sóla en la calle, discutiendo con fantasmas o manteniendo conversaciones con el aire. Quizás la ciudad con su ritmo acelerado y su cemento chupasangre enloqueció a la gente. Quizás el loco soy yo y todavía no me dí cuenta.

Y con esto cierro mi cemana gente! 

Nos estamos viendo! Ciaoo!

                                                     Foto re wachiturra para la gilada!