miércoles, 8 de mayo de 2013

Hice cada cosa...


Rubia. Sencilla. Escultural. Rizos bellos. Ojos color miel con una mirada profunda. Pareciera tener 18 o 20 años. Esa era Fabiola. En frente, yo. Joven de 14 años. Necesitado, como toda persona a esa edad de una mujer, bailando con ella.
-”Cómo te llamabas?” -le grité al oído.
-”No te dije” -me escupió en la oreja.
-”…”
Esa fue mi charla en un boliche de poca monta en San Miguel. El lugar se llamaba “Coyote” de $2 la entrada con una consumisión que consta de agua sucia y alcohol etílico 96º. Es que el hombre cuando está necesitado va a cada lugar.
La había invitado a bailar en la barra donde ella descansaba. Cada paso de baile que ella ejecutaba era un 5.6 en la escala de Richter. Y cuando yo la hacía girar para continuar bailando, sentía que una fuerza me atraía a ella. Y no, no era amor, era que me hacía orbitar. Sus rizos no era otra cosa que un nido de ruleros, y, viéndola mejor, no era rubia, tenía un color óxido de raíces negras azabache. Sus ojos, estaban colorados producto del alcohol. Es que el hombre cuando está necesitado baila con cada cosa.
Y es que a los 14 años uno no repara en daños con las muejeres que está. Cada hora que pasaba con ella, era una hora menos de felicidad, así que apuré los trámites:
-”Cuántos años tenés?”
-”29″ -me dijo.
-”Ahh, yo 14″ -le dije mientras me agarraba mi pié recién pisado por sus 102,26 kg. y notaba que la cerveza me había engañado.
-”Como mi nene mas chico” -me reviró.
Aún así seguí bailando. Es que el hombre cuando está necesitado soporta cada cosa.
Ya habíamos agotado 5 o 6 cervezas. El lugar ya estaba cerrando sus puertas. Sonriendo le dije:
-”Vamos?”
-”Ok” -contestó mientras eructaba y se apoyaba en la pared con unas arcadas que hasta me parecieron sexys. Es que el hombre cuando está necesitado imagina cada cosa.
Ya afuera, paré un taxi mientras ella terminaba su “hotdog” completo. Le abrí la puerta, se sentó y noté que el amortiguador trasero derecho lanzaba un quejido. Le pasé su abrigo y me dijo:
-”Dale el dinero al chofer, nos vemos y gracias.”
Sin dinero, sólo y con resaca caminé a casa. Eran solo 56 cuadras. Y llegué a mi hogar.Me acoste y no voy a contar más. Es que el hombre cuando está necesitado hace cada cosa…