miércoles, 1 de mayo de 2013

Genius

Tren con destino a Retiro, 8.30 de la mañana. Yo sentado y a mi derecha, un grone apoyándome su masculinidad toda en el hombro. El nivel de incomodidad no sólo no me permitía hablar sino que además entendía al muchacho por no tener lugar para acomodar mejor su cuerpo. Además, no sabía si gritarle, ya que pedirle que parara era una total redundancia. Estaba confundido por la situación, como las gallegas esas que arrojaban piedras a las cigüeñas pensando que estaban abortando.
El tren se vació y el sujeto seguía sospechosamente parado a mi lado sin alejarse ni él ni su virilidad que evidentemente estaba hechando humo. Me saqué un auricular, lo miré y el sujeto no reaccionaba. Me saqué el otro auricular, volví a mirarlo con la rudeza de Viloni pero sin las mechas largas y el tipo seguía haciéndose el boludo. Ofuscado, me saqué los lentes , le clavé la vista y sin reparo por las consecuencias le dije:
-Mono, si me seguís frotando así, de acá a Retiro me va a salir un Genio por la oreja. 
La señorita sentada en frente mío no pudo contener la risa y se tendió en el asiento para dejar escapar una carcajada pocas veces escuchada. En tanto, el antes usurpador de hombros ajenos, el maléfico franeleador de pasajeros sin blem ya no tenía sonrisa de placer en su rostro y de repente había puesto cara de bufarra denunciado por un monaguillo que lleva ostias.
Al descender en la estación terminal no sabía si había actuado bien por quitarle a un depravado la poca diversión que encuentra en los pasajeros apretados. Lo bueno es que por la zona abundan las farmacias. Mejor todavía es que el Evatest me dió negativo.