lunes, 22 de abril de 2013

Desayunos..


En la casa de mis papás no había postrecitos, ni yogures ni cereales.
Yo iba a la casa de mis amigos y envidiaba sus heladeras llenas de Serenitos y sus cajas de Kellogg's y envidiaba profundamente que los postres fueran postres: tortas, golosinas, turrones, cosas ricas; y no bananas, naranjas, manzanas. La fruta no es un postre.
Yo lamento informarle a los padres progres que alimentan a sus hijos de la manera más correcta y balanceada y nutritiva que después los hijos nos babeamos por los alfajores que tienen nuestros amigos en el desayuno. Babeamos por los panchos de las casas de otros. Babeamos por los paquetes de papas fritas y babeamos por las interminables botellas de Coca Cola. Y no se dejen engañar con eso de que sus hijos aman las naranjas: las amamos para que ustedes no nos rompan las pelotas y en cuanto tenemos veinticinco centavos (en mi época eran veinticinco centavos) corremos por un Guaymallén aunque sea de cera y dulce de leche duro. Después los hijos crecemos y queremos ser sanos y volvemos a la naranja y lo demás, pero en la infancia es otra cosa. En la infancia babeamos por lo que no podemos comer en casa, por lo que no tenemos en casa: pueden ser cereales de primera marca o pan lactal o yogures saborizados.
En la infancia yo miraba los comerciales de los All Bran y los comerciales siempre tenían una familia hermosa y sonriente que desayunaba en familia todos los días. Una familia perfecta con un cuenquito lleno de cereales a los que le echaban en una perfecta cámara lenta una perfecta leche nutritiva y unos perfectos pedazos de frutillas. Ay, cómo me babeaba pensando en lo millonario y perfecto que uno debía ser para desayunar cereales con frutillas y me preguntaba si alguna vez lo lograría: en mi casa las frutillas eran postre y nada más que postre, desayunar en familia era casi utópico y que haya una caja de cereales All Bran en una familia de cinco era imposible.
Hoy a la mañana a mi yogur natural le eché un chorro de miel y arriba de eso unos cereales de avena y miel y arriba de eso, en la cima del desayuno, cumpliendo el sueño de toda mi infancia, le rebané unas frutillas.