lunes, 22 de abril de 2013

Dale, puteame!

Pensé en escribir un post pero me di cuenta de que antes de hacerlo, tenía que sincerarme. Tenía que, de una vez por todas, contarles lo que me pasó, lo que sentí y contra lo que lucho.

Entre aquellas cosas que evitan que yo sea 100% auténtico está el hecho de que ahora mi blog es leído por mucha gente que me conoce. Antes sólo algunos conocían mi blog y, de esos, algunos, apenas dos o tres, entraban regularmente y/o me hacían comentarios al respecto.

Ahora son varios los que leen. Varios los que leen y comentan. Varios los que leen y después me hacen comentarios en persona sobre lo que leyeron acá. Y eso, lamentablemente, me condiciona. O, mejor dicho, me condicionaba hasta el miércoles pasado (o jueves o viernes, estas cosas nunca tienen una fecha específica). Porque, la verdad, decidí que esto no podía seguir así. No tiene sentido escribir acá si no puedo decir lo que realmente tengo ganas de decir o si escribo con miedo o refrenando lo que siento.

Obviamente, esto traerá consecuencias pero, como dijo alguien por ahí, somos adultos y tenemos la capacidad de enfrentar lo que devenga de nuestras decisiones.

Por otro lado, me pasó que me asusté. De repente sentí que tenía que postear seguido, que tenía que escribir algo interesante, que tenía que mantener vivo el blog porque era una oportunidad, materia prima, una cosa de la que podían salir otras cosas. Yo sé que hay blogs que reciben miles y miles de visitas por día pero yo nunca había superado las 60/70. Y de repente, un día, dos días, tres días tuve más de 100, 150, 200. Y si, es como todo. Eso hizo que quisiera mantenerlos, que no se fueran, que encontraran algo copado que los hiciera quedarse, o volver.

Boludo. Soy un boludo. Porque al final, por querer hacer algo copado, por querer aprovechar oportunidades, terminé cagándolo. No es que lo que haya posteado en este último tiempo no sea mío. Pero esta presión auto impuesta, este miedo a "perder oportunidades" me hizo creer que realmente las oportunidades estaban ahí. Y la verdad, chicos, es que las oportunidades no están ahí, están acá, adentro mío.

Yo antes era de esas personas que se quejan de la vida y todas sus cagadas. Creía que tenía mala suerte, que a mi nunca se me daban las cosas buenas, que todas las desgracias me pasaban a mi.

Un día me dí cuenta de que en realidad la vida no le pasa a uno sino que es uno el que tiene que pasarle a la vida. Y las oportunidades siempre están. Están adentro tuyo, adentro mío. Porque si de alguien depende que las cosas se den es de uno mismo. Gracias a mi señor Jesus...

Sentarme en la vereda a tomar mate viendo la vida pasar no es una opción hoy por hoy.

Y eso, nada más. Pueden putearme, pueden retarme, pueden decirme lo que quieran. Ya entendí y voy a intentar no hacerlo más. Me quedo con mis visitas de antes, los que venían leyendo hace rato. Me quedo con los que, a pesar de no conocerme, me conocen. Me quedo con sus mensajitos de texto, que me hacen reir y que me hacen pensar que es de no creer que alguien le mande un mensaje de texto a alguien para decirle cosas tan lindas como las que ustedes me dicen cada vez que me escriben. Me quedo con los que están acá porque realmente les interesa y les divierte o les sirve de algo.
Y si, pueden pensar que este post está de más, que no vale la pena o que no es necesario. Y saben qué? No me importa. Es mi blog y escribo lo que quiero!
me voy a dormir! 

Ciao!