lunes, 15 de abril de 2013

Agua

Cada paso que das, pisa sobre una piedra en el agua que se hunde. En vez de avanzar, cada vez te hundís más y sentís que tenés que correr para no ahogarte, pero ya estás tan abajo que el agua te pesa demasiado y no te deja apurarte. Terminás dando manotazos de ahogado, tratando de respirar, tratando de zafar al menos, y los nervios te superan y te juegan en contra y te llevan a un límite en el que la única solución posible parece ser dejarte caer, dejarte hundir, dejar que el agua te tape, para poder hacer pie, eventualmente, sobre el fondo y empujarte hacia arriba.

Una mierda.